NOTA DE Guilherme Zocchio PARA BOCADO 18-09-20 / FOTO PIXABAY

En Brasil, desde el año 2014, la industria de comida chatarra intenta revocar el documento del gobierno que recomienda evitar alimentos ultraprocesados. Ahora se suma el propio gobierno, que otra vez pelea contra la ciencia al afirmar que una dieta a base de alimentos frescos es ‘peligrosa’.

Por Guilherme Zocchio

Elegido con la promesa de destruir todo lo que hicieron sus antecesores, Jair Bolsonaro ensaya ahora la realización de un antiguo sueño de la industria de alimentos: hacer caer la Guía Alimentaria para la Población Brasileña. El documento, publicado en 2014, se volvió una referencia global al emitir un mensaje claro: eviten alimentos ultraprocesados.

Ha sufrido muchos ataques y la ofensiva ganó un capítulo inédito esta semana cuando la ministra de Ganadería, Agricultura y Abastecimiento, Tereza Cristina, solicitó al Ministerio de la Salud la revisión de la guía. En la Nota Técnica nº 42/2020, funcionarios refutan argumentos contenidos en la guía. Se trata de un documento interno del gobierno, que obliga al Ministerio de Salud a contestar todos los elementos. 

La nota técnica se centra especialmente en la clasificación de alimentos llamada NOVA. Esa clasificación se basa en la teoría que divide a los alimentos de acuerdo con el grado y el propósito de procesamiento; teoría que creó el concepto de comida ultraprocesada. Se considera un marco en los estudios de nutrición y salud a nivel mundial e hizo caer ideas como la de la pirámide alimentaria.

El equipo de O Joio e O Trigo conversó con uno de los autores de la nota quien, a su vez, confirmó que fue elaborada a solicitud expresa de la ministra Tereza Cristina.

El documento está dirigido al ministro de la Salud, el general Eduardo Pazuello, y fue enviado a su consideración el lunes 14 de septiembre. Dice que “la clasificación NOVA es confusa, incoherente y perjudica la implementación de directrices adecuadas para promover la alimentación adecuada y saludable a la población brasileña”.

Además, la nota enfoca sus críticas en el concepto de alimento ultraprocesado. Afirma que la determinación de este ítem “por medio del conteo del número de ingredientes (frecuentemente cinco o más) parece algo cómico”.

“Las recetas domésticas que utilizan varios ingredientes no pueden en ninguna hipótesis ser rotuladas de esa manera, lo que demuestra un evidente ataque sin justificación a la industrialización”, añade el documento diciendo, también, que una dieta a base de alimentos in natura puede ser “peligrosa”.

La ministra de Agricultura, Tereza Cristina, y Jair Bolsonaro: siempre abiertos al lobby del agronegocio y de la industria de ultraprocesados

En su versión original, la Guía Alimentaria cita 110 veces el término ultraprocesado, iniciando con una presentación del concepto y retomando diversas veces. No se comparan preparaciones culinarias caseras con aquellas que pasan por procesos industriales estas, sí, consideradas ultraprocesadas.

El documento del Ministerio de la Salud hace uso de casos concretos para ilustrar el concepto. Cita fideos instantáneos, yogures saborizados, panes, snacks y galletas industrializadas, platos congelados, entre otros, como buenos ejemplos para identificar qué es un alimento ultraprocesado.

Además, la Guía Alimentaria para la Población Brasileña es una referencia internacional. Es considerada por investigadores y profesionales de la salud como uno de los más accesibles y amplios documentos con recomendaciones sobre comer de forma saludable. No sólo habla sobre evitar ultraprocesados, como también abarca el concepto de sistemas alimentarios justos y sostenibles como clave para una alimentación saludable.

En todo el mundo, la clasificación NOVA, en la cual se fundamenta la Guía Alimentaria, ya fue citada en diversas bases de datos científicas, en la plataforma PubMed aparece más de 400 veces. En este año solamente, cuatro publicaciones científicas revisan las evidencias disponibles sobre la asociación entre el mayor consumo de ultraprocesados y enfermedades cardiovasculares, diabetes, cáncer y riesgo de muerte.

Una solicitud de la industria

La industria de ultraprocesados nunca estuvo feliz con la Guía. Arthur Chioro había acabado de asumir el cargo de ministro de Salud, en febrero de 2014, cuando fue a un evento en Brasilia. Lo que se creía que sería apenas un momento relajado se convirtió en una reunión de improviso con Edmundo Klotz, el entonces presidente de Abia, la Asociación Brasileña de la Industria de Alimentos.

“Él me trajo una libreta. Una encuadernación muy bonita. Era algo que, al abrir el cajón de mi escritorio, reconocería al instante… Algo que realmente destacaba”, recuerda Chioro. Recuerda tres puntos claves en el planteo de la industria, tres ítems que no querían siquiera negociar, y uno era la Guía Alimentaria: exigían “que no se publicase, en ninguna hipótesis”.

Sucesivos ministros fueron blanco de investidas de Abia en un esfuerzo para revocar el documento. Defensores de las directrices siempre lograron frenarlas. Pero ahora, cuando los principales cargos del ministerio están ocupados por militares que no entienden nada de salud, mucho menos de alimentacion, una nueva ofensiva se abrió. Esta vez involucrando directamente al Ministerio de la Agricultura.

El Ministerio de Agricultura niega que el documento haya sido enviado al Ministerio de Salud. Pero la firma digital indica una fecha de envio. “El tema está siendo discutido internamente”, dice la asesoría de prensa. “Los textos que circulan en redes sociales son borradores de documentos internos. Sugieren la revisión de la guía, incorporando entre otros temas la participación de ingenieros de alimentos en la actualización del documento.”

Uno de los argumentos utilizados en la nota técnica dice que la Guía “disminuye la autonomía de las elecciones alimentarias sin informar correctamente qué es más importante para una alimentación adecuada y saludable”. Para el buen entendedor, media palabra basta. Esa afirmación es la misma usada de manera recurrente por representantes de la industria de alimentos.

En más de una ocasión, presenciamos a integrantes de Abia expresando críticas semejantes o declarando que el documento sobre alimentación necesitaba ser revisto, especialmente en relación a la clasificación NOVA, exactamente lo que dice la nota técnica.

El presidente-ejecutivo de Abia, João Dornelles, ya usó públicamente el mismo argumento “cómico” utilizado en la nota del ministerio. Erróneamente, dijo que un pastel de maíz casero, al tener más de cinco ingredientes, podría ser considerado un ultraprocesado, de acuerdo con la Guía.

Dos meses antes de que el documento del ministerio se hiciera público, Dornellas se reunió con la ministra Tereza Cristina. La pauta del encuentro era la Revisión de la Guía Alimentaria de la Población Brasileña, como bien apuntaron las reporteras de Outra Saúde, Maíra Mathias y Raquel Torres.

Conflictos de interés

Otra información relevante anticipada por Outra Saúde es la de que, para fundamentar el pedido de cambios en la Guía, los autores de la nota técnica del ministerio utilizaron solamente referencias bibliográficas atestadas de conflictos de intereses. 

Uno de los artículos fue escrito por investigadores que ya declararon haber recibido financiación de organizaciones financiadas, a su vez, por la industria de alimentos – como el Institute of Food Technologists (IFT), que tiene a Coca-Cola entre sus financiadores. Otro está en Brasil Food Trends, una publicación del Instituto de Tecnología de Alimentos patrocinado por Nestlé, Danone y, también, claro, Coca-Cola.

Otra fuente de información de la nota es el Instituto de Tecnología de Alimentos (Ital), que tiene un manual específicamente destinado a criticar a la Guía y es vinculado al Gobierno del Estado de São Paulo. 

La interferencia del Ministerio de Agricultura sobre un tema que le corresponde al Ministerio de la Salud, ha hecho saltar otra alarma. Sugiere un intento de la oficina que lidera Tereza Cristina por apropiarse de políticas públicas relacionadas a la alimentación, de la misma manera en que se dividen los ámbitos en los Estados Unidos.

En la tierra del Tío Sam, cabe al USDA , el Departamento de los Estados Unidos de Agricultura, definir las directrices sobre alimentación adecuada y saludable, organismo en el cual la independencia científica no es exactamente uno de los pilares para decisiones políticas. En los últimos años, una serie de directrices del órgano norteamericano han demostrado que es susceptible a estudios manchados por conflictos de intereses.

El Núcleo de Investigaciones Epidemiológicas en Nutrición y Salud de la Universidad de São Paulo (Nupens/USP), responsable por la elaboración de la clasificación NOVA y uno de los coordinadores del proceso de elaboración de la Guía Alimentaria para la Población Brasileña, publicó una nota oficial, este jueves 17 de septiembre, contra argumentando el documento del Ministerio de Agricultura.

Nupens discurrió punto a punto las afirmaciones de los técnicos de Agricultura e hizo un llamamiento para que el Ministerio de la Salud no acepte la solicitud. “Ante la fragilidad e inconsistencia de los argumentos presentados en la Nota Técnica del Ministerio de Agricultura y de la absurda e irrespetuosa evaluación de la Guía Alimentaria brasileña, confiamos que el Ministerio de la Salud y la sociedad brasileña sabrán contestar a altura lo que se configura como un inaceptable ataque a la salud y a la seguridad alimentaria y nutricional de nuestro pueblo”. 

En tiempos de reforma administrativa y con Jair Bolsonaro  como presidente de la República, en Brasil todo puede ocurrir.