NOTA DE Mauricio Toro PARA CONFIDENCIAL COLOMBIA / FACEBOOK Mauicio Toro

Por estos días estamos en el Congreso en pleno debate de la Ley de Comida Chatarra, un Proyecto que busca reglamentar el etiquetado de comestibles ultraprocesados, que permita advertir claramente y de forma sencilla a los colombianos cuando un producto tiene excesivo contenido de sodio, grasas y azucares; garantizando así el derecho a la información clara y veraz, para poder cuidar su salud y la de sus familias.

Un proyecto loable, y en apariencia muy sencillo, que resulta ser uno de los más molestos e incomodos para la ANDI, gremio que desde su privilegiada posición de copiloto con el Gobierno Nacional ha desplegado todas sus acostumbradas estrategias para lograr su hundimiento, tal como pretendieron hacer con la Ley de Pago a Plazos Justos, en la que igualmente la ANDI se convirtió en su gran opositor y enemigo.

Cuando uno mira toda esta historia es muy triste pensar que hay empresas en Colombia que se enriquecen a punta de vender productos ultraprocesados con excesos de nutrientes como el sodio, grasas y azucares, los cuales claramente afectan la salud de los colombianos ya que las familias los consumen masivamente sin estar informadas sobre los excesos de estos ingredientes y el daño que le causa a su salud y la de sus hijos.Anuncios

En un mundo justo, estas empresas deberían ser responsables y por lo menos advertir a sus clientes sobre los contenidos y riesgos de sus productos; e incluso, en un mundo protector (por llevar el argumento al extremo) una empresa realmente responsable se abstendría de vender productos con estos excesos de ingredientes nocivos para la salud. Pues resulta que en nuestro país no pasa ni lo uno, ni lo otro: en Colombia el mercado de ultraprocesados con excesos de nutrientes es multimillonario!

Desde que llegué al Congreso, esta es la tercera vez que intentamos que se apruebe esta ley de Comida Chatarra, que no pretende prohibir la producción y venta de estos productos ultraprocesados (el industrial que los quiera seguir produciendo y vendiendo, aún sabiendo el daño que produce, podrá seguir haciéndolo sin ningún inconveniente); lo único que pretendemos exigir es que los empaques tengan un sello frontal, claro y sencillo, donde se advierta el exceso de estos 3 elementos dañinos para la salud. Y no es un invento nuestro, en realidad es una tendencia global, que cuenta con el respaldo de organizaciones como la Organización Mundial de la Salud, y que en muchos países de Latinoamérica ya ha sido adoptada mediante leyes de etiquetado.

Sin embargo, la ANDI se ha opuesto radicalmente a la propuesta y ha logrado que este tipo de iniciativas legislativas no prosperen en el Congreso. Como medida de contención, la ANDI concertó con el Gobierno nacional un “etiquetado” ajustado a sus deseos, y que se ha anunciado con bombos y platillos, a pesar de que le falta un largo y complejo proceso de aprobación y consultas que pueden tomar más de 18 meses. Por esa incertidumbre, nosotros insistimos en el Proyecto de Comida Chatarra, que después de álgidos momentos, logró aprobación en primer debate, y ahora vamos por el segundo debate en plenaria de la Cámara de Representantes.

Las estrategias de la ANDI son fáciles de reconocer,, son nefastas y retrogradas (tratando de usar palabras amables) y las hemos aprendido a identificar porque las sufrimos de primera mano en la aprobación de la Ley de Pago a Plazos Justos, y de tanto en tanto, se repiten en cada Proyecto que la ANDI declara como “objetivo militar”. Una primera fase consiste en “demorar y obstaculizar”, en esa fase usan todo tipo de artimañas, desde impedir que los Ministerios emitan conceptos favorables a los proyectos de ley, así como impedir o demorar que los Proyectos sean incluidos en los ordenes del día de las Comisiones o Plenarias. Cuando es inevitable que se incluyan en las agendas, empiezan a aparecer las recurrentes solicitudes de aplazamiento y de audiencias públicas. Ese argumento se les ha dificultado porque nosotros siempre somos precavidos y hacemos mínimo dos audiencias públicas para todos nuestros proyectos.

Una segunda fase de la estrategia de la ANDI es difundir información que tergiversa los argumentos del Proyecto. Por ejemplo, hemos visto como en los ultimo días se han oido argumentos que sostienen que la definición de “ultraprocesados” es algo nuevo, promovido por organizaciones de izquierda, y que es una “ideologización” de los argumentos nutricionales. Ese fantasma de la “ideología” que ha sido tan fructífero para algunos sectores de extrema derecha, coincide plenamente con estas estrategias de “confunde y reinarás” que parece usar la ANDI, desplegando estos argumentos amañados, tanto en sus comunicados, como en sus “emisarios” que aparecen rondando los pasillos del Congreso, de los Ministerios y de algunos medios de comunicación.

La tercera fase de la estrategia de la ANDi es victimizarse, y consiste en crear un falso dilema entre los defensores de los “pobres empresarios que día a día construimos patria” contra los “intereses oscuros y malignos de los enemigos de la iniciativa privada, la libertad de empresa, y la propiedad privada”. Esa estrategia de victimización llega a niveles tan absurdos en esta discusión, que varios han llegado a argumentar que esta ley de etiquetado va a llevar a la quiebra a cientos de empresas, y ante esa “advertencia” yo quedo con la boca abierta, porque insisto: esta ley no prohíbe producir y vender ultraprocesados con excesos de nutrientes, simplemente exige que se informe a los consumidores sobre su contenido real. Pero aún así, el rol de victimización es tan efectivo, que muchos congresistas siguen repitiendo la amenaza infundada de que “vamos a quebrar a cientos de empresarios”.

Y en la cuarta fase de la estrategia de la ANDI, cuando el debate es inevitable, consiste en proceder al ataque con proposiciones de modificación del contenido del Proyecto de Ley, que disfrazadas de buenas proposiciones, lo que buscan es destrozar la efectividad y coherencia de los Proyectos. Cuando debatimos Pago a Plazos Justos, lo intentaron hacer con su famosa propuesta de “acuerdos entre privados” que afortunadamente el Congreso rechazó y que habría significado que la Ley no sirviera para un carajo. Ahora en esta ley de Comida Chatarra, ya estamos viendo varias proposiciones que buscan eliminar las definiciones de qué es un producto ultraprocesado, eliminando las restricciones a la publicidad, y eliminando las condiciones para que el etiquetado sea claro, efectivo y suficiente. Afortunadamente los estudios científicos, las organizaciones académicas, nutricionales y científicas, así como las recomendaciones de la OMS y la OPS coinciden y respaldan nuestra posición, y por lo tanto, tenemos plena confianza que, tal como paso en Pago a Plazos Justos, esta iniciativa será capaz de convocar a congresistas de todas las orillas políticas y todos los partidos, para que se apruebe de forma contundente esta Ley que no tiene otro interés que la protección de la salud de los colombianos, y la plena garantía del derecho de acceso a la información.

Finalmente, a mis amigos de la ANDI les diría que llegó la hora de renovarse, nunca es tarde para darse un baño de sensibilidad ciudadana y sintonizarse con los clamores ciudadanos, y optar por promover políticas de responsabilidad empresarial y de autorregulación. Y si eso es mucho pedir y estoy siendo muy iluso; por lo menos les diría que es hora de cambiar de estrategias y de asesores, porque las viejas formas de incidir en la política, se les están volviendo obsoletas, y no pueden seguir siendo los “malos del paseo” en cada debate de justicia social y empresarial que llegue al Congreso.

@MauroToroo