NOTA DE LA CRÓNICA 29-08-2021/FOTO DE PIXABAY

Por su bajo costo y practicidad, las bebidas azucaradas se convirtieron en parte de la dieta diaria de millones de colombianos con nefastas consecuencias para su salud.

La ingesta continua de bebidas azucaradas (gaseosas, jugos de caja, bebidas energizantes) aumenta considerablemente la posibilidad de sufrir accidentes cerebrovasculares; de desarrollar diabetes tipo 2, enfermedades cardíacas y cáncer; y genera sobrepeso y obesidad. Los niños y jóvenes que consumen bebidas azucaradas continuamente se convirtieron en Colombia en el grupo poblacional que en los últimos años más ha experimentado sobrepeso. De ahí la urgencia de adoptar estilos de vida saludables. 

Lo preocupante es que en Colombia se estima que más del 80 % de la población tiene como parte de su dieta el consumo reiterado de bebidas azucaradas. Se trata de un negocio rentable y que pareciera mantener su demanda en casi todos los segmentos de la población, especialmente en personas con edades entre los 5 y los 17 años. Basta con una simple revisión y comparación del contenido nutricional de las bebidas azucaradas con mercado en Colombia, tal como lo han hecho las autoridades, para concluir que el aporte de calorías proviene únicamente de carbohidratos. En aquellas bebidas que se promocionan como hechas con base de fruta el contenido de azúcar, proveniente de la fruta, es mínimo. 

De ahí la pertinencia de la iniciativa promovida con fuerza durante el último tiempo por Red PaPaz para que en la reforma tributaria que se tramita en el Congreso de la República se incluya un impuesto no inferior al 20 % para las bebidas endulzadas. La propuesta no es nueva, desde octubre de 2016 el entonces ministro de Salud, Alejandro Gaviria, le expuso al país la necesidad y urgencia de gravar las bebidas azucaradas por el grave daño a la salud que su consumo permanente genera. 

Este nuevo impulso que Red PaPaz le quiere dar al impuesto para las bebidas azucaradas viene acompañado de un manifiesto que están invitando a los ciudadanos a firmar, dirigido al ministro de Hacienda, y que soportan en los siguientes argumentos: 1 de cada 4 escolares, entre 5 y 12 años, tienen exceso de peso y el 56.4 % de las personas afrontan esta situación, asociada al consumo habitual de bebidas y comestibles ultraprocesados; en todas las regiones, entre el 2010 y el 2015, creció significativamente la prevalencia de exceso de peso; la evidencia científica libre de conflicto de interés recomienda que la tasa de este impuesto sea superior al 20 % para lograr disminuciones en su consumo, adicionalmente su implementación representaría un recaudo de alrededor de $1.4 billones anuales que podrán ser invertidos en programas de agua potable y saneamiento básico y programas para la prevención de enfermedades no transmisibles; se podría ahorrar en la cartera de salud un gasto de alrededor de $25 billones anuales en atención de las enfermedades crónicas, cabe recordar que sólo la atención atribuible a la diabetes relacionada con el consumo de bebidas azucaradas fue cercana a $1.1 billones para el año 2020. 

Pero, mientras eso sucede, y ojalá sea pronto, la tarea debe hacerse en los hogares, restaurantes y tiendas escolares. Las bebidas azucaradas deberían desaparecer de las loncheras y de las vitrinas de restaurantes y cafeterías en escuelas, colegios y universidades.