NOTA DE Luis Fernando Gómez 18-10-21/ FOTO PIXABAY

El estudio global de carga de enfermedad 2010 que acaba de ser publicado en la revista The Lancet, reporta como uno de sus principales hallazgos, que aproximadamente el 10% de los años de vida saludables perdidos (AVISAS) son debidos a factores vinculados con alimentación no saludable e inactividad física.(1)


Enfrentar estos problemas representa un desafío de considerable magnitud en América Latina, en donde se observan crecientes y altas prevalencias de sobrepeso y obesidad en todos los grupos etáreos. La situación en México es especialmente preocupante y anticipa lo que podría pasar en el resto de los países de la región,(2) si no se toman acciones decididas por parte de los estados para controlar factores estructurales vinculados con los patrones poblacionales de alimentación y actividad física.


En un escenario de creciente debate público en torno a estas temáticas, surge la necesidad de generar medidas para regular a la industria de bebidas azucaradas, cuyos productos están claramente vinculados con la obesidad. Ante este panorama, empresas como Coca Cola, Pepsico y Nestle han lanzado una agresiva campaña para tratar demostrar que sus productos son inofensivos y que son una excelente opción cuando se acompañan de actividad física.
Para debatir los argumentos de la industria recurriré a varios aspectos mencionados en un comentario crítico publicado en JAMA en 2010, escrito por Jeffrey Koplan y Kelly Brownel, quienes son reconocidos investigadores en el área de la salud pública y nutrición en Estados Unidos.(3)


En primer término, la industria de bebidas azucaradas enfatiza en forma recurrente que es erróneo hablar de alimentos o bebidas no-saludables y lo que es realmente importante es el patrón general de la dieta y el control de las calorías consumidas y gastadas. Este argumento desconoce la fuerte y consistente evidencia existente entre consumo habitual de bebidas azucaradas y un mayor riesgo de aparición de obesidad y diversas enfermedades crónicas;(4,5) la cual fue corroborada por varios trabajos recientemente publicados en The New England Journal of Medicine.(6,7,8) En este sentido, Koplan y Brownel enfatizan que el efecto biológico de 100 kilocalorías de gaseosa es completamente diferente a 100 kilocalorías de brocolí.(3) Adicionalmente, resulta poco realista e irresponsable, recurrir al mensaje de la industria de bebidas de realizar actividad física para contrarrestar el efecto del consumo de sus productos.


Por otra parte, la industria argumenta que si el estado decide implementar medidas, como restringir el márquetin o incrementar los impuestos de sus productos, estaría afectando la libertad que tienen las personas para tomar sus propias decisiones.(9) Teniendo en cuenta este enfoque, no es una casualidad que la industria tienda a favorecer programas de “estilos de vida saludable” que enfatizan la responsabilidad individual y desconocen la importancia de los ambientes en que viven las personas.(10,11) Para contra argumentar a la industria y a sus defensores, es adecuado brindar el ejemplo hipotético de una niña latinoamericana de 7 años que se enfrenta a un ambiente alimentario escolar, en donde solo se ofrecen bebidas y alimentos no saludables. Esta misma niña puede vivir en condiciones de pobreza en alguna ciudad latinoamericana y su único esparcimiento es ver televisión y estar expuesta a comerciales de la industria que le presentan un supuesto ideal de felicidad vinculado al consumo de Coca Cola, Pepsi, Nesquik u otra bebida azucarada. Se puede afirmar que la niña de nuestro ejemplo, que representa la situación de un importante porcentaje de la población infantil de la región, está ejerciendo su plena libertad? Todo lo contrario, le han sido negados sus derechos a tener una alimentación saludable y a no ser objeto del márquetin irresponsable de la industria.

Por último, la industria y sus aliados enfatizan que el problema de la obesidad obedece a la confluencia de múltiples factores y que la implementación de medidas, como restringir su márquetin o elevar el impuesto de sus productos no tendrá efecto alguno. Este argumento aparentemente razonable, omite el hecho que el consumo de bebidas azucaradas explica aproximadamente el 20% del incremento que tuvo la obesidad en Estados Unidos en las últimas tres décadas (12); porcentaje que podría ser aún mayor en un país como México, el cual reporta el mayor consumo per-cápita de bebidas gaseosas en el mundo.(2) Resulta obvio que otro tipo de intervenciones complementarias deban ser llevadas a cabo para revertir el problema; sin embargo, las medidas para controlar el consumo de bebidas azucaradas apuntan en la dirección correcta e inspiran otras medidas efectivas.


A pesar de los argumentos descritos, resulta sorprendente que profesionales de la salud de diferentes disciplinas desconozcan los riesgos de las bebidas azucaradas y que tengan una visión ingenua, en el mejor de los casos, acerca de este tema. Una situación más desafortunada, es el hecho de encontrar algunos profesionales de la salud que están dispuestos a generar vínculos estrechos con la industria para financiar proyectos de investigación o supuestas iniciativas que promocionan vida saludable. El daño para la salud pública, en cualquiera de los escenarios descritos es enorme, debido a que la industria logra minar cualquier esfuerzo concertado que vaya en contra de sus intereses corporativos y a favor de la salud poblacional.


Es el momento de movilizar a la sociedad civil para exigirles a los gobiernos la implementación de políticas públicas, que regulen el márquetin y el precio de las bebidas azucaradas.(13) Es ingenuo y erróneo creer que la industria podrá regularse por sí misma a través de medidas que vayan en contra de sus ganancias económicas. No es responsabilidad de la industria velar por la salud de las personas; esta tarea le corresponde a las sociedades y a sus gobiernos.(14) Para este cometido, se requiere la solidaridad de los profesionales de la salud y de los diferentes sectores comprometidos con la salud pública en la región.

Referencias
1. Lim SS, Vos T, Flaxman AD, Danaei G, et al. A comparative risk assessment of burden of disease and injury attributable to 67 risk factors and risk factor clusters in 21 regions, 1990–2010: a systematic analysis for the Global Burden of Disease Study 2010. The Lancet 2012; 380:2224–2260.
2. Rivera JA, Muñoz-Hernández O, Rosas-Peralta M, Aguilar-Salinas CA, Popkin BM, Willett WC. Consumo de bebidas para una vida saludable: recomendaciones para la población mexicana. Salud Publica Mex. 2008; 50(2): 173–195.
3. Koplan JP, Brownell KD. Response of the food and beverage industry to the obesity threat. JAMA. 2010;304(13):1487–8.
4. Vartanian LR, Schwartz MB, Brownell KD. Effects of soft drink consumption on nutrition and health: a systematic review and meta-analysis. Am J Public Health. 2007;97(4):667–75.
5. Malik VS, Hu FB. Sweeteners and Risk of Obesity and Type 2 Diabetes: The Role of Sugar-Sweetened Beverages. Curr Diab Rep. 2012 Jan 31. [Epub ahead of print]
6. de Ruyter JC, Olthof MR, Seidell JC, Katan MB. A trial of sugar-free or sugar-sweetened beverages and body weight in children. N Engl J Med. 2012;367(15):1397–406.
7. Ebbeling CB, Feldman HA, Chomitz VR, Antonelli TA, Gortmaker SL, Osganian SK, Ludwig DS. A randomized trial of sugar-sweetened beverages and adolescent body. N Engl J Med. 2012;367(15):1407–16.
8. Qi Q, Chu AY, Kang JH, Jensen MK, Curhan GC, Pasquale LR, Ridker PM, Hunter DJ, Willett WC, Rimm EB, Chasman DI, Hu FB, Qi L. Sugar-sweetened beverages and genetic risk of obesity. N Engl J Med. 2012;367(15):1387–96.
9. Brownell KD, Kersh R, Ludwig DS et al. Personal responsibility and obesity: a constructive approach to a controversial issue. Health Aff (Millwood). 2010;
29(3): 379–387.
10. Gómez LF, Ibarra L, Lucumí D, Arango CM, Sepulveda A, Erazo V, Cadena Y, Parra D. Alimentación no saludable, inactividad física y obesidad en la población infantil colombiana: Un llamado urgente al estado y la sociedad civil para emprender acciones efectivas. Global Health Promotion. 2012 19: 87
11. Gómez LF, Jacoby E, Ibarra L, Lucumí D, Hernandez A, Parra D, Florindo A, Hallal P. Sponsorship of physical activity programs by the sweetened beverages industry: public health or public relations? Rev Saúde Pública. 2011;45(2)
12. Woodward-Lopez G, Kao J, Ritchie L. To what extent have sweetened beverages contributed to the obesity epidemic? Public Health Nutr. 2010; 23:1–11.
13. Jacoby E, Rivera J, Cordera S, Gomes F, Garnier L, Castillo C, Reyes M. Legislation, children, obesity, Standing up for children’s rights in Latin America. [Commentaries]. World Nutrition November 2012, 3, 11 483–516
14. Freedhoff Y. What’s a Food Industry to Do? http://www.youtube.com/watch?v=-BdFkK-HufU Fecha de acceso al video: 12 de diciembre de 2012