Nota de el portal La Silla Vacía – 09/09/2019Por Johnattan García

La Corte Constitucional decidirá si la Superintendencia de Industria y Comercio -SIC- vulnera los derechos fundamentales de los niños y niñas al negarse a actuar con prontitud frente a denuncias sobre posible publicidad engañosa de los productos Hit de Postobón y Fruper de Alpina.

En 2017, la organización Red PaPaz presentó dos acciones ante la Superintendencia de Industria y Comercio –SIC– por la posible publicidad engañosa de los productos Hit y Fruper, de las compañías Postobón y Alpina respectivamente. En el caso de Hit, Red PaPaz señala que el producto se promocionaba como un “jugo” de “pura fruta”, cuando en realidad contienen menos del 10% de fruta. Por otra parte, señalan que Fruper se promociona como una bebida ideal para niños, niñas y adolescentes, a pesar de tener 10 veces más azúcar de la que recomienda la Organización Mundial de la Salud –OMS–. 

Ocho meses después, la investigación que tenía que adelantar la SIC seguía en ceros. Por esto, en septiembre de 2018 Red PaPaz decidió interponer una acción de tutela señalando que esa falta injustificada de acción por parte de la autoridad que tiene la misión de protegernos como consumidores, vulnera los derechos fundamentales de los menores. Y no es para menos, la publicidad de productos malsanos dirigida a niños y niñas pone en riesgo su salud y contribuye a que crezcan en un entorno que facilita que aumenten de peso. Ahora, casi dos años después de las primeras quejas, el caso será resuelto por la Corte Constitucional.

En Colombia, la obesidad infantil se está convirtiendo en un problema cada vez más difícil de manejar. Según la Encuesta Nacional de Situación Nutricional de Colombia –ENSIN 2015-, entre 2005 y 2015 el exceso de peso en niños y niñas entre 5 y 12 años pasó del 14.4% de la población de ese rango de edad, al 24.4%. Esto significa que hoy, al menos 1 millón de niños y niñas entre 5 y 12 años tienen exceso de peso y la cifra parece ir en aumento a una velocidad alarmante.

En un informe de 2016, la Comisión para Acabar con la Obesidad Infantil de la OMS señaló que los países están perdiendo la batalla contra la obesidad infantil por la falta de control del entorno que promueve que los menores aumenten de peso, y no exclusivamente por una supuesta falta de voluntad de sus familias, como muchos afirman con vehemencia. Entre diversos factores que afectan el entorno de los niños y niñas y que promueve en ellos su aumento de peso, el mercadeo de alimentos malsanos y de bebidas azucaradas es uno de los menos regulados. 

Desde hace décadas se ha consolidado a nivel mundial una sólida evidencia científica que demuestra una clara relación entre la publicidad dirigida a menores y el exceso de peso de quienes están expuestos a estas estrategias. Investigadores canadienses publicaron en 2016 una revisión sistemática de múltiples estudios que coinciden en que la publicidad de productos malsanos incrementa el consumo y la preferencia por alimentos poco nutritivos en los niños y niñas. Y es que la magnitud de esta exposición no es un asunto menor. La Comisión Federal de Comercio de los EE.UU. reveló que solo en el año 2009, las empresas de alimentos y bebidas gastaron $1.79 billones de dólares en estrategias de publicidad y mercadeo dirigidas a menores, más de 10 veces el presupuesto global de la OMS para nutrición y seguridad alimentaria en ese mismo año. 

Las grandes empresas que ofrecen productos comestibles ultraprocesados continúan diseñando estrategias para atraer a los menores y fidelizarlos desde temprana edad porque saben que funciona. En 2007, un estudio de la Universidad de Stanford encontró que niños y niñas entre 3 y 5 años creían que lo que comían tenía mejor sabor cuando veían que esos productos tenían la marca de McDonald’s. Esto no es casualidad, la estrategias de mercadeo están diseñadas para lograr este efecto. 

De acuerdo con Health Canada, son muchos los canales y estrategias que usa la industria de alimentos y bebidas para influenciar a los menores. Entre las estrategias tradicionales se encuentran el uso de la imagen de mascotas o de celebridades en productos o comerciales, el patrocinio de eventos deportivos en colegios, los juguetes-regalos, los colores, voces o imágenes particularmente diseñadas para llamar su atención o la forma en que ubican sus productos en los supermercados.

Con la revolución de los medios digitales, la industria también ha sabido desarrollar nuevas estrategias para publicitar sus productos malsanos. Health Canada destaca que dentro de las estrategias de mercadeo digital se encuentran los avisos y comerciales en aplicaciones y juegos móviles o en páginas de internet, juegos específicamente diseñados para promocionar un producto (los noventeros recordarán Pepsiman, el juego de Play Station), estrategias en redes sociales de voz a voz a través de “me gusta” o “compartir”, el mercadeo a través de influencers e incluso el uso de técnicas como el neuromarketing (que analiza la respuesta del cerebro a ciertos estímulos) o el marketing comportamental que se alimenta de los datos personales de los niños y niñas y la forma como ellos utilizan los aparatos electrónicos.

Son los gobiernos quienes deben actuar frente a la publicidad dirigida a los menores ya que ni ellos ni sus familias tienen capacidad de modificar ese entorno por sí mismos. Un estudio reciente de la Universidad de Connecticut encontró que los países que han implementado políticas concretas en contra del mercadeo de comida chatarra dirigido a menores han logrado disminuir sustancialmente el consumo de estos productos, comparados con aquellos países donde la regulación es inexistente o donde solo hay autorregulación de la industria. Países como Corea del Sur, Taiwán, Chile, México, Reino Unido, Irlanda, Suecia, Canadá, Nueva Zelanda y más reciente Portugal, han tomado cartas al respecto, aunque investigadores locales insisten en que la regulación puede ser mayor.

La Comisión para Acabar con la Obesidad Infantil de la OMS le pide a los gobiernos del mundo que apliquen un conjunto de recomendaciones sobre el mercadeo de alimentos y bebidas no alcohólicas dirigido a los niños y niñas para así reducir la exposición de los menores al mercadeo e influencia de los alimentos malsanos. El informe de la Comisión señala además que la autorregulación de la industria no ha sido suficiente y que cualquier intento por afrontar el problema de la obesidad infantil debe comprender medidas para reducir la exposición de los niños a la promoción de los alimentos malsanos y a su influencia.

A pesar de la aplastante evidencia sobre la necesidad de diseñar una regulación que proteja el entorno de los menores a la excesiva y confusa publicidad de la industria de alimentos malsanos, en Colombia seguimos con los brazos cruzados. En teoría, nuestro Estatuto del Consumidor debería proteger a los niños y niñas del mercadeo abusivo y la SIC debería ser guardiana eficaz de los menores frente a las prácticas publicitarias de las industrias que promueven ambientes obesogénicos. Pero su injustificada falta de acción demuestra que la publicidad de productos malsanos dirigida a los niños y niñas no es de mayor importancia para la entidad.

En Colombia sigue prevaleciendo el poder de mercadeo de las industrias frente a la protección de un entorno saludable para los niños, niñas y adolescentes. Con un gobierno que privilegia las empresas por encima de los intereses de los menores, sencillamente es imposible lograr detener el crecimiento de la obesidad infantil. Esperamos que la Corte Constitucional emita un fallo que le haga frente a esta lamentable realidad.