NOTA DE SEMANA SOSTENIBLE/ FOTO DE PIXABAY

Pasó a segundo debate la iniciativa legislativa que prohíbe el ingreso, la producción, la comercialización y la exportación de semillas genéticamente modificadas en Colombia. Experto asegura que este sería el camino para recuperar la soberanía y la seguridad alimentaria.

Con 22 votos y siete en contra a favor la Comisión Primera de la Cámara de Representantes aprobó en primer debate, el Proyecto de Acto Legislativo por medio del cual prohíbe el ingreso, producción, comercialización y exportación de semillas genéticamente modificadas en Colombia.

Se trata de una reforma que modificaría el artículo 81 de la Constitución Política Colombiana, que establece: “…El Estado regulará el ingreso al país y la salida de él de los recursos genéticos, y su utilización, de acuerdo con el interés nacional”. 

Juan Carlos Losada, representante a la Cámara que presentó esta reforma constitucional, celebró que se hubiera aprobado esta iniciativa con una amplia mayoría.”Esto se da en aras de cuidar las semillas nativas de nuestro país, que son la base, la fuente misma de la enorme megabiodiversidad de Colombia (…) Esta es una excelente noticia para quienes cuidamos el medioambiente y la salud de los colombianos, puesto que estas semillas fueron diseñadas para poder utilizar mayores pesticidas en los cultivos”, sostuvo. 

Congresistas de partidos como el Centro Democrático votaron negativa la iniciativa al considerar que este proyecto podría afectar la seguridad y soberanía alimentaria.

El algodón fue el primer cultivo transgénico comercial autorizado en Colombia. Foto: archivo/Semana. 

Germán Vélez, ingeniero agrónomo y director de la Corporación Grupo Semillas, entre tanto, aseguró que este proyecto es muy importante porque en juego estaba la posibilidad de que los ciudadanos y las comunidades locales pudieran decidir libremente cuál es el tipo de alimentación y producción que quieren

“Con las normas que hoy tenemos no es posible garantizar la protección de los bienes comunes de la biodiversidad ni los patrimonios genéticos del país y mucho menos controlar la contaminación genética que pueden generar estas semillas sobre la enorme agrodiversidad existente en Colombia”, dijo.

Vélez aseguró esta iniciativa legislativa se constituiría en una salvaguarda que actuaría a partir del principio de precaución, al considerar que no se cuentan con las garantías jurídicas, técnicas e institucionales que permitan proteger la agrobiodiversidad de los efectos ambientales, sociales y económicos que puedan tener estas tecnologías foráneas

Para Vélez esta prohibición le permitiría al país retomar la soberanía alimentaria y garantizar su seguridad, pues indicó que en la actualidad más del 50 por ciento de la comida se importa. “El caso del maíz es la más crítico, ya que estamos importando más del 85 por ciento del consumo nacional, especialmente de Estados Unidos, donde la mayor parte de la producción proviene del sector transgénico”, afirmó. 

Resaltó que hasta el año pasado el Gobierno nacional había aprobado el uso de 86.000 hectáreas para sembrar transgénicos, especialmente de maíz, algodón, soya y flores.   


En la década de los 90, Colombia el país era autosuficiente, productor e incluso exportador de maíz y ahora esabsolutamente  dependiente de las importaciones. Foto: Pixabay. 

El director de la Corporación Grupo Semillas considera que en este momento los productos importados puedan llegar a ser utilizados como semillas por los campesinos, debido a que no existen suficientes mecanismos de control, situación que podría afectar los sistemas tradicionales de agricultura y la autonomía alimentaria que requiere el país

“En vez de fomentar semillas o cultivos transgénicos, se debe promover la producción nacional de alimentos, a partir de prácticas agroecológicas o sostenibles con el ambiente, pero el Gobierno insiste en promover la agricultura industrial a través de la normatividad, pues considera que la agricultura campesina es atrasada, ineficiente y poco competitiva“, apuntó Vélez. 

El también ingeniero agrónomo sostiene que, a pesar de las promesas incumplidas y las desmotivaciones que tienen los campesinos para producir alimentos, hoy en día garantizan el 70 por ciento de la alimentación básica del país. “No es la producción industrial ni son los monocultivos a gran escala los que están asegurando la seguridad alimentaria en Colombia. Eso se debe tener en cuenta”, expuso. 

Afirmó que en la década de los 90, el país era autosuficiente, productor e incluso exportador de maíz y ahora era dependiente de los demás. Situación que, desde su perspectiva, podría cambiar con voluntad política e inversión en el agro. 

“Hoy desafortunadamente por todas estas políticas públicas regresivas contra el sector rural se ha perdido la capacidad de garantizar la autonomía alimentaria del país, por lo que, si se rompe de tajo la importación masiva de maíz, por ejemplo, la producción nacional no tendría cómo garantizar el abastecimiento, razón por la cual, el único camino que nos queda es hacer una sustitución progresiva de la importación de alimentos y volver a recomponer nuestro campo. Si hay voluntad política del Gobierno en apoyar la producción campesina, familiar y comunitaria, con toda certeza el país sería absolutamente autosuficiente”, puntualizó. 

Se espera que en los próximos días se le dé segundo debate a este proyecto de ley.